
Por lo que, los puntos principales que mencionaré a continuación son los que se me hicieron más importantes dentro de la lectura de Castells;
Castells por tecnología entiende, en continuidad con Harvey Brooks y Daniel Bell, “el uso del conocimiento científico para especificar modos de hacer cosas de una manera reproducible”. Entre las tecnologías de la información incluye, como todo el mundo, el conjunto convergente de tecnologías de la microelectrónica, la informática (máquinas y software), las telecomunicaciones/televisión/radio y la optoelectrónica.
También Castells dice; que lo que caracteriza a la revolución tecnológica actual es la aplicación de ese conocimiento e información a aparatos de generación de conocimiento y procesamiento de la información/comunicación, en un círculo de retroalimentación acumulativo entre la innovación y sus usos.
Además, los historiadores han mostrado que hubo al menos dos revoluciones industriales: la primera comenzó en el último tercio del siglo XVIII, se caracterizó por nuevas tecnologías como la máquina de vapor, la hiladora de varios husos, el proceso Cort en metalurgia y, en un sentido más general por la sustitución de las herramientas por las máquinas; la segunda, unos cien años después, ofreció el desarrollo de la electricidad, el motor de combustión interna, la química basada en la ciencia, la fundición de acero eficiente y el comienzo de las tecnologías de la comunicación, con la difusión del telégrafo y la invención del teléfono.
Por lo tanto la primera revolución industrial, contó con un amplio uso de la información, aplicando y desarrollando el conocimiento ya existente. Y la segunda revolución industrial, a partir de 1850, se caracteriza por el papel decisivo de la ciencia para fomentar la innovación.
La cultura europea rezagada de la revolución industrial, fue la principal potencia mundial durante más de dos siglos desde 1492.
La segunda revolución industrial, más dependiente del nuevo conocimiento científico, cambió sus centros de gravedad hacia Alemania y Estados Unidos, donde se dieron los principales avances en química, electricidad y telefonía.
Hall y Preston, en su análisis de la geografía cambiante de innovación tecnológica entre 1846 y 2003, muestran la importancia de los medios locales de innovación, entre los cuales Berlín, Nueva York y Boston se constituyeron como los centros industriales de alta tecnología del mundo entre 1880 y 1914.
Se sigue considerando a la máquina de vapor como la invención más esencial de la revolución industrial. Y la electricidad fue la energía central de la segunda revolución.

La primera revolución industrial fue británica, la primera revolución de la tecnología de la información fue estadounidense, con una inclinación californiana.
Los descubrimientos científicos originados en Inglaterra, Francia, Alemania e Italia fueron las bases de las nuevas tecnologías de la electrónica y la biología.
Christopher Freeman dice que “un paradigma tecnoeconómico es un grupo de innovaciones técnicas, organizativas y gerenciales interrelacionadas, cuyas ventajas se van a encontrar no sólo en una nueva gama de productos y sistemas, sino en su mayoría en la dinámica de la estructura del coste relativo de todos los posibles insumos (inputs) para la producción”.
La primera característica del nuevo paradigma es que la información es su materia prima: son tecnologías para actuar sobre la información, no sólo información para actuar sobre la tecnología.
El segundo rasgo hace referencia a la capacidad de penetración de los efectos de las nuevas tecnologías.
La tercera característica alude a la lógica de interconexión de todo sistema o conjunto de relaciones que utilizan estas nuevas tecnologías de la información.
En cuarto lugar y relacionado con la interacción, es el paradigma de la tecnología de la información se basa en la flexibilidad.
Una quinta característica de esta revolución tecnológica es la convergencia creciente de tecnologías específicas en un sistema altamente integrado, dentro del cual las antiguas trayectorias tecnológicas separadas se vuelven prácticamente indistinguibles.
Por último concluyo con lo que dice Kranzberg en su primera ley “la tecnología no es buena ni mala, ni tampoco neutral”. Estoy de acuerdo con él, ya que cada quién ve la tecnología como mejor la parezca y el uso que le da, pues cado uno es juez de sus propias decisiones y acciones.